domingo, 23 de noviembre de 2014

Adaptacion del cuento "Toda clase de pieles" . Por los hermanos Grimm


Edad recomendada

Esta adaptación al cuento de los hermanos Grimm, va dirigida a niños de 9-10 años. Estos niños se encuentran en plena  etapa de las Operaciones Concretas del modelo Piagetiano; caracterizado por sus habilidades en reconocer el significado de los símbolos y la relación entre hechos y sentimientos. A pesar de adquirir un especial gusto por la aventura y por el suspense, sigue sintiéndose atraído por lo maravilloso y algunas respuestas aún  requieren de la magia para ser contestadas.

TODA CLASE DE PIELES

Hace muchos, muchos años, en un lejano lugar, tras unas grandes montañas se encontraba el más hermoso de los reinos. De frondoso y amplio valle, este bello lugar era hogar para una multitud de ejemplares que vivían a ambos lados de un gran río, el cual  regaba las fértiles tierras del valle. Tan ricas eran estas tierras que cualquier semilla crecía sin dificultad. Los  reinos colindantes, movidos por la avaricia, se hallaban en continua lucha, en un intento  de conquistar y  saquear las tierras del valle.

El joven rey, conocido por su generosidad y su buen gobernar, era querido por todo el reino. Aficionado a la cacería, ayudaba a cazar los  ejemplares necesarios para celebrar en abundantes banquetes, las victorias contra los reinos invasores junto a su pueblo y a sus soldados, con quienes combatía demostrando su honor y valentía. La joven y risueña reina, era conocida por su bondad y simpatía y sobre todo por sus habilidades en la cocina. Bien conocidas eran sus tartas de frambuesas, que todos ansiosos esperaban comer al término de un banquete.

Eran tiempos tranquilos  y dado que se acercaba la primavera, los reyes coincidieron en que era un buen momento para proporcionar un heredero al trono, y así fue, transcurrido los nueve meses de embarazo, nació un hermoso niño. La feliz pareja, emocionada y rebosante de alegría, tenía todo lo que podía desear, un niño sano y hermoso quien podía heredar el trono.

Pasaron los años, y los jóvenes reyes seguían enamorados y muy felices junto a su pequeño. El rey, veía su fiel reflejo en su hijo, y grandes planes eran los que le tenía reservado. Soñaba con verle crecer y combatir con honor y valentía junto a él en el campo de batalla, defendiendo el valle y reinando con justicia y nobleza.

A una edad temprana, el rey decidió que ya era hora de que el joven príncipe aprendiese el arte de guerrear, pues importante eran estos conocimientos para defender el reino. El rey le entregó su arco para que aprendiese a cazar, el anillo real, símbolo del futuro heredero, y el estandarte del reino del valle, para que recordase siempre cuál era su hogar.

Así pues, varios fueron los años de duro entrenamiento. El joven príncipe tuvo que fortalecer su cuerpo golpeando un pesado saco, el cual colgaba de una cuerda; practicar la lucha con lanza y espada, y ensillar cada mañana a su caballo, para aprender a cabalgar correctamente. A pesar de su destreza con la espada y su agilidad montando a caballo, el joven príncipe no encontraba placer alguno en todo aquello, pues su corazón era tan noble, que incapaz era de empuñar un arma y hacer daño alguno a cualquier persona o animal.

Siguieron pasando los años y antes de que el joven príncipe cumpliese su decimoquinto cumpleaños, su orgulloso padre le dijo: “Mi querido heredero, varios años han pasado y duro has entrenado, durante tu festejo, ante pueblo y corte, caballero serás nombrado “Aunque su padre sabía que le horrorizaba la idea de luchar, el joven príncipe sabía que al rey no se le podía negar nada, así que ideó un plan con la intención de retrasarlo lo máximo posible y esperar que la reina interviniese para hacerle cambiar de opinión.

Sabiendo de su generosidad, el príncipe le dijo que para ser el mejor de los caballeros, tres eran los regalos que querría pedir. “¿Qué deseáis joven príncipe?” el rey preguntó. Una espada forjada con el hierro más resistente pero que a su vez sea el más ligero, el más hermoso y veloz de los caballos,  y un abrigo confeccionado con las pieles de todos aquellos animales que vivan en el valle. “Así se hará”, dijo el rey.

Pero dada la riqueza y el poder del valle, no tardaron mucho en complacer las peticiones del joven príncipe; y antes de lo que esperaba, el rey le concedió sus tres regalos. Aterrado por la presión del inminente nombramiento, se vio obligado a planear su pronta huida.

Metió en una bolsa su arco y el estandarte y a buen recaudo guardó su anillo. Preparó su espada, su abrigo de todo tipo de pieles y bajó a los establos aprovechando que la guardia estaba baja y los sirvientes se encontraban ocupados con los preparativos. Desconsolado, ensilló su caballo y cabalgó toda la noche sabiendo de la tristeza que ocasionaría a sus padres cuando descubriesen  su ausencia, pero estaba decidido a huir, pues su corazón era demasiado  noble para combatir.

Pasaron varios días y pronto tuvo que acostumbrarse a dormir junto a los caminos, pues bien sabía que era lo más seguro. Se alimentaba de los árboles frutales, y otros alimentos que le proporcionaba la naturaleza, pero pronto tuvo que cazar pequeñas presas, como conejos y perdices para luego cocinarlas en el fuego y así saciar su hambre. También tuvo que aprender a defenderse envainando su espada, pues varios eran los ladrones que querían  robarle su alimento, sus pertenencias y su caballo.

Una mañana se despertó con la dulce melodía de una muchacha que alegremente silbaba y cantaba mientras recogía manzanas de un árbol cercano, el joven príncipe, al escuchar tan hermoso cantar se incorporó para averiguar de dónde venía. Al levantarse, la muchacha se asustó tanto que se cayó de espaldas, pues el aspecto ya tan descuidado del joven príncipe y que vestía  el abrigo de toda clase de pieles, confundió a  la joven y temiendo por su seguridad, echó a correr.

¡Espera! ¡Espera! Gritó el príncipe, ¡no corras! ¡No te haré daño! Algo en la voz del príncipe hizo a la muchacha detenerse. Cuando se aproximó a él, pudo comprobar más de cerca la suciedad en su cara y de sus manos. Sus ropas desprendían un olor intenso, casi desagradable que indicaban que aquel muchacho llevaba meses sin un buen baño. Aunque su aspecto era deplorable, el tono de su voz, la cortesía de sus palabras, y la educación con la que hablaba, convencieron a la joven de que era un buen muchacho.

Ven conmigo, le dijo la joven, te llevaré a la posada de mis padres, ahí podrás darte un buen baño caliente y descansar en una buena cama. El joven príncipe, muy agradecido ayudó a la muchacha a subir a su caballo, mientras él caminaba dirigiéndolo con las riendas en su mano. Aquel día, era día de mercado y a medida que se acercaban a la aldea, el camino era cada vez más agradable con el bullicio del ir y venir de las gentes que compraba en los puestos ambulantes. Ambos fueron charlando y riendo todo el camino hasta llegar a la pequeña aldea donde la joven vivía con su familia. Pasaron varias semanas, y el joven príncipe, quien todavía ocultaba su identidad, cazaba y ayudaba en la cocina a cambio de cobijo y un plato caliente.

Aquella aldea era lugar de paso de multitud de gentes y a menudo saqueadores irrumpían en las casas de los aldeanos, arrasando con todos los bienes de las familias que  con tanto esfuerzo habían conseguido. Una fría y oscura noche tres bandidos irrumpieron en la posada, al escuchar los gritos de la muchacha, el joven príncipe envainó su espada y luchó contra los asaltantes, defendiendo a aquella familia que tanto le había ayudado. Tal fue la maestría de su espada, que los tres bandidos salieron huyendo malheridos.

Aquella misma noche, el joven príncipe  entendió que un caballero no hace lo que quiere, sino lo que debe hacer, y sin pensarlo dos veces, se colocó el anillo y hondeando el estandarte del Valle, cabalgó de vuelta a casa. Cabalgo y cabalgó pensando en su familia, al llegar los tres se fundieron en un cálido abrazo  y ambos se dijeron lo mucho que se habían echado de menos

                                                                          

                                                                         FIN

Elementos del esqueleto base

En esta adaptación del cuento, “Toda clase de pieles” de los hermanos Grimm, se respeta el esqueleto de la versión contada en clase, estos elementos son los siguientes:

El protagonista nace y es muy  querido en el seno de una familia feliz.

Hereda regalos familiares a una edad temprana, los cuales crean ciertos lazos afectivos y le ayudarán en un futuro próximo.

Su felicidad se ve truncada por la imposición de una decisión ajena a su voluntad.

Intenta retrasar dicha imposición mediante la misma estratagema: La petición de regalos, que el protagonista considera muy difíciles o imposibles de alcanzar.

Al ver concedidos sus regalos, su estratagema se viene abajo y siente la necesidad de huir del núcleo familiar, escapando así de sus problemas.

Fuera del núcleo familiar, se enfrenta a pruebas que le ayudan a madurar. Ambientadas en el bosque y en escenarios de un estatus social más bajo.

Posteriormente recibe la ayuda de terceras personas y se ve obligado a realizar tareas impropias a las que está acostumbrado para mantenerse a flote.

Oculta su personalidad por miedo a verse forzado a regresar al núcleo familiar.

Finalmente el príncipe asume su y está preparado para afrontar su destino

Los elementos que he cambiado

En vez de una joven  y bella princesa, el protagonista es un noble varón de corazón puro, por lo tanto la sucesión al trono en esta adaptación está asegurada.

He decidido que la madre no muriese, me parece que es un tópico innecesario en los cuentos infantiles. Sin embargo el papel de la madre en esta adaptación es poco relevante.

He suprimido el tema del incesto, puesto que es un tema que a mi parecer es inadecuado comentarlo en el aula y menos en cursos de primaria.

Los elementos familiares que hereda el príncipe, están más en la línea con un protagonista varón y con la trama del cuento.  El arco con el que aprendió a cazar su padre, el anillo, y el estandarte del reino. Regalos con trasfondo emocional.

En mi adaptación, doto a los reyes de valores menos superficiales. Por el contrario son  reyes nobles, generosos, bondadosos, y risueños.

En mi adaptación, el protagonista digamos que tiene un conflicto interno que le impide aceptar su destino. Al madurar fuera del entorno familiar, entiende la importancia de hacerse respetar y proteger aquello en lo que uno cree.

El protagonista, al madurar no se casa y crea su propio núcleo familiar sino que vuelve a su estatus social.

Referencias:

Temario de la Asignatura: bloque II Textos folclóricos.
La morfología del cuento. Vladimir Pro.
Pelegrín, A. (2004): La aventura de oír: cuentos tradicionales y literatura infantil. Madrid: Anaya

1 comentario:

  1. Has arriesgado ¿eh, Marcos? :D

    Realmente has mantenido la simbología, el esquema, los motivos y los roles. Además has mantenido la magia y la fantasía. Un trabajo excelente. Enhorabuena.

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